21- 40 Días con Propósito
“todos los seres humanos tenemos el mismo valor, nacemos libres e iguales en dignidad y derechos”
Por Fr. Sergio Mena Mena
Santidad y dignidad humana
El domingo pasado escuchamos en la primera lectura el texto del libro del
Exodo en el capitulo 20, versículos del 1-17. Te invito a releer dicho texto y el
capitulo 5, versículos 17-19 de san Mateo. Esto es importante para entender de
que esta hablando Jesus en el texto mateano. Jesus insiste en el cumplimiento
de la ley, y en las consecuencias de quebrantar algún precepto o enseñar eso a
los demás. Enseñar y cumplir la ley nos hace grandes en el Reino de Dios. Nos
hace santos y santas.
Te propongo dos cosas. Primero, la santidad es un atributo propio de Dios.
Y al recibir el bautismo Dios nos hace sus hijos e hijas adoptivos, y nos
comparte la gracia de la santidad.
Lo segundo, tiene que ver con la dignidad humana. Es en el libro del
Genesis capitulo 1, 26-27 donde se encuentra el fundamento de la dignidad
humana; Dios crea al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, veamos el
texto: “entonces dijo Dios: hagamos a los seres humanos a nuestra imagen y
semejanza, para que administren sobre los peces del mar, las aves del cielo, los
ganados, las bestias salvajes y los reptiles de la tierra. Y creo Dios a los seres
humanos a su imagen; a imagen de Dios los creo; varón y mujer los creo”.
Te preguntaras, en que consiste la dignidad humana? De manera sencilla
podemos decir que la dignidad humana es el valor que tienen las personas
por sí mismas, esto es, por el mero hecho de serlo. Es una condición dada por
el mismo Dios y ademas consustancial a la humanidad, sin distinción de sexo,
raza, religión, u orientación sexual, y es además irrenunciable e inalienable,
es decir, forma parte siempre de la condición humana misma.
De lo anterior se desprenden algunas consecuencias, a saber: todos los
seres humanos tenemos el mismo valor, nacemos libres e iguales en dignidad y
derechos y, dotados de razón y conciencia, debemos comportarnos
fraternalmente los unos con los otros. Jesus insiste en el evangelio que no ha
venido a abolir la ley, sino a darle plenitud. Que mayor plenitud para ti y para mi
que vivir siempre con la certeza de mi grandeza y dignidad y de la misma
manera tratar a mis semejantes.
Si hacemos esto conscientemente recordando nuestra grandeza y nuestro
valor hay muchos chances de que seamos grandes en el Reino de los cielos.
Haciendo nuestro mejor esfuerzo y valorar nuestra vida, y la vida de nuestros
seres queridos y la vida de los demás, estamos viviendo la santidad que Dios
nos propone desde el día de nuestro bautismo. Enseñar esto a los demás es
imitar a Dios que es santo.