13-40 Días con Propósito
“Ser humilde significa conocer nuestra identidad, nuestras capacidades y nuestras limitaciones.”
Por Ismael D.
El acto de humildad es un aspecto fundamental del mensaje evangélico de hoy. Cada día que pasa nos acerca un paso más a convertirnos en mejores personas. En este proceso de crecimiento, también nos preparamos espiritualmente para estar en comunión con Jesús. La humildad implica reconocer nuestros pecados y la necesidad de morir a nosotros mismos.
Ser humilde significa conocer nuestra identidad, nuestras capacidades y nuestras limitaciones. Es importante entender que la humildad no consiste en humillarse a uno mismo ni en ser humillado por otros, sino en reconocer nuestras virtudes y defectos con honestidad. A menudo se confunde la humildad con la falsa modestia, como cuando rechazamos un elogio pensando que es lo correcto. En realidad, la humildad radica en agradecer los dones que Dios nos ha dado con amor y utilizarlos para glorificarlo y servir a los demás. Por otro lado, la arrogancia se manifiesta en creer que somos superiores a los demás y merecemos reconocimiento especial.
En el camino de crecimiento espiritual, ser humilde no es sencillo, ya que es fácil caer en la trampa de la falsa modestia o la arrogancia. La clave está en discernir entre estas actitudes y en buscar la guía de Dios a través de la oración. En esta temporada de Cuaresma, es un momento propicio para reflexionar sobre los cambios que Dios nos invita a hacer en lo más profundo de nuestro ser. Recordemos que el amor y la misericordia de Dios están siempre presentes, y que Él nos levanta y abraza en nuestras caídas.
La humildad nos lleva a reconocer que como seres humanos, necesitamos de Dios para encontrar sentido y plenitud en nuestra vida.
Oremos
Señor, ayúdanos a entregarnos completamente a ti. Para mantenernos fieles a tus mandamientos, y firmes ante nuestras tentaciones. Te lo pedimos por Cristo nuestro señor. Amen.
In nómine Patris et Fílii et Spíritus Sancti. Amen.