29-40 Días con Propósito

“El problema surge cuando colocamos nuestra fe en individuos o cosas, en vez de confiar plenamente en el Dios todopoderoso.”


Por Ismael D.

La reflexión derivada de este pasaje evangélico plantea la cuestión fundamental: ¿Confiar en Dios es una convicción arraigada en tu corazón? El evangelio nos muestra el diálogo de Jesús con los judíos, quienes dudan de su autoridad a pesar de sus palabras. La narrativa culmina con la referencia a Moisés como la fuente de esperanza para ellos (Juan 5, 31-47), resaltando así la importancia de Moisés en la historia judía, cuya figura se encuentra en el Antiguo Testamento.

En el relato bíblico, Moisés emerge como el libertador de los israelitas de la opresión del Faraón y como guía hacia la tierra prometida. Dios se comunicaba directamente con Moisés en la montaña, revelándole incluso los Diez Mandamientos. Es esencial reconocer que Moisés actuaba en conformidad con el plan divino, cumpliendo los designios de Dios en cada momento. Jesús, en el evangelio actual, no desacredita a Moisés, sino desafía la percepción errónea que los judíos tenían de él.

Los judíos depositaban su esperanza en Moisés, sin comprender que él era un instrumento de la voluntad divina. A menudo, nos encontramos en situaciones similares, donde preferimos confiar en la ciencia, en profesionales o en prácticas mundanas en lugar de escuchar la voz de Dios. Sin embargo, es importante recordar que Dios se vale de diversas personas y circunstancias para guiarnos en nuestra jornada, tal como lo hizo con Moisés. El problema surge cuando colocamos nuestra fe en individuos o cosas, en vez de confiar plenamente en el Dios todopoderoso.

En última instancia, la pregunta crucial que resuena en nuestros días es: ¿Dónde dirigimos nuestra mirada? ¿Qué obstáculos nos impiden ver la presencia de Dios en nuestras vidas?

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