6-40 Días con Propósito
“Practicar el perdón hacia nosotros mismos y hacia los demás.”
Por Ismael D.
En el día de hoy, martes de la primera semana de Cuaresma, nos encontramos en el sexto día de los 40 días con un propósito. Durante la reflexión del Miércoles de Ceniza, se nos instó a realizar acciones distintas, a darle un propósito renovado a la Cuaresma y a nuestra vida en general. Se nos animó a no limitarnos a simplemente "dejar" algo durante este tiempo, sino a emprender acciones significativas que enriquezcan nuestra existencia. En ocasiones, durante la Cuaresma, es común escuchar la pregunta: "¿Qué has decidido dejar para la Cuaresma?" y responder con orgullo. El Evangelio de hoy nos invita a reflexionar sobre tres puntos clave: actuar con propósito en honor a Dios, dedicar tiempo a la oración en apoyo a nuestro propósito, y practicar el perdón hacia nosotros mismos y hacia los demás.
Jesús instruye a sus discípulos a no orar simplemente para llamar la atención de los demás. Es importante no limitar nuestras acciones en estos 40 días con el único objetivo de que los demás noten lo que hemos dejado de hacer. Por el contrario, debemos iniciar acciones que solo nosotros percibamos desde nuestro interior. Para lograrlo, podemos solicitar la gracia de Dios para discernir qué cambios debemos implementar.
La oración es la llave para darle un propósito significativo a nuestra vida. Jesús nos enseña que, si nos resulta difícil iniciar una oración, podemos recurrir al Padre Nuestro. Esta oración es especialmente relevante durante la Cuaresma, ya que nos motiva a vivir según la voluntad de Dios. ¿Cuál es esa voluntad? Jesús concluye en el Evangelio que debemos perdonar a aquellos que nos han herido. En ocasiones, olvidamos que también somos responsables de nuestras propias ofensas y, por ende, nos resulta difícil perdonarnos a nosotros mismos, lo que dificulta perdonar a los demás.
Es fundamental recordar que no podemos dar aquello que no poseemos. No podemos perdonar si primero no aprendemos a perdonarnos a nosotros mismos. La sanación se alcanza cuando reconocemos nuestras fallas y nos perdonamos por ellas, permitiendo así una verdadera curación. Tras confesar nuestros pecados, Dios nos perdona; sin embargo, es necesario que nos perdonemos a nosotros mismos para lograr una sanación completa. Debemos recordar que somos seres imperfectos y propensos a cometer errores, razón por la cual necesitamos la ayuda divina para encontrar propósito en nuestras vidas.
En este inicio de nuestra travesía juntos, te invito a rezar un Padre Nuestro, solicitando la gracia de perdonarte a ti mismo y por todas las personas que están viviendo la Cuaresma. Recuerda que no estás solo en este proceso, ya que Jesús camina a tu lado sosteniéndote de la mano.